Este ser alienígena no cae bien, sin duda. Ni el más reputado relaciones públicas podría
convencernos para que lo invitáramos a nuestro cumpleaños. La Cosa, un horripilante y monstruoso
espécimen, uno de los alienígenas más inclasificables y gores que han surgido
de la factoría de Hollywood, capaz de aterrorizar hasta el personaje más
temible de la ciencia-ficción.
Nada tiene que ver esta "Cosa" con aquel ser proveniente (y congelado tras
accidentarse) del espacio que por los años 50 aterrorizó a un grupo de
científicos de una base del polo norte (El Enigma del Otro Mundo. 1951). Aquella criatura de movimientos lentos (como
todo extraterrestre hostil que se preciara por aquella época) y biología emparentada
con la de las plantas, hasta despertaba cierta simpatía o lástima, por aquello
de verse atrapada entre unos humanos que a la primera de cambio le dieron la
bienvenida "a lo terrestre"... es decir, disparándole antes de
preguntar.
La Cosa de la que aquí hablaremos es la que un director
llamado John Carpenter en 1982 nos la daba a conocer en su film titulado
"The Thing" ("La Cosa") ante los rostros llenos de terror (e
incluso asco) de los espectadores que asistieron a las salas de cine dispuestos
a ver en un principio una especie de remake violento del clásico de los 50.
¿Pero qué demonios es este ser sin nombre? La verdad es que
sabemos muy poco acerca de él, pero intentaremos arrojar algo de luz.
La Cosa, es una forma de vida replicante, parasitaria, patógena,
impredecible, altamente hostil y extremadamente peligrosa. Posee la capacidad de asimilar e imitar el
aspecto de seres vivos (animales y humanos) realizando una réplica prácticamente
exacta. En el proceso de transformación
de la víctima, rechaza y expulsa los objetos metálicos que contenga el cuerpo, como
piercings, pendientes, prótesis... eso
puede facilitar su identificación para combatirla.
Podemos calificar a La Cosa de un parásito infeccioso con
capacidad metamórfica. Un virus del tamaño de un perro o de una persona, según convenga. Este peligro biológico puede hacer que incluso
una muestra de sangre que entre en contacto con nuestra piel, pueda causar que
nos transformáramos en ello.
¿Aún no os queda claro qué es?...¡rayos!...¿Por qué creéis
que la llaman "La Cosa"?
Bien, trataremos de
explicarlo... cada célula de este ser actúa de forma autónoma pero formando
parte de una entidad, por ejemplo, si La Cosa ha asimilado a un ser humano, éste
deja de ser biológicamente humano para convertirse por completo en una
imitación humana con biología enteramente alienígena. Ahora cojamos esa imitación de humano que es
en realidad La Cosa y le cortamos un brazo, ese brazo cercenado poseerá la
capacidad de actuar de forma independiente y consciente siendo igual de
infeccioso y peligroso aún separado del cuerpo. Cómo ya hemos indicado unas
líneas más arriba también tiene la capacidad de realizar metamorfosis o
mutaciones de su organismo (o de diferentes partes del mismo) cuasi al
instante. Siguiendo con el ejemplo del
brazo cortado, éste puede metamorfosearse en un abrir y cerrar de ojos y
surgirle patas y boca (sí, ¡hablamos en serio!) con las que huir o atacar,
propagándose por aquellos desgraciados que se vean expuestos a una herida
producida por ese brazo monstruoso. Una
vez la biología de La Cosa entra en la corriente sanguínea del herido, éste
comienza a ser inmediatamente asimilado.
¡Ah! y quizás a estas alturas os preguntéis por el resto del cuerpo al
que estaba unido el brazo protagonista...con toda seguridad hubiera reaccionado
de la manera que hemos bautizado como "desencadenante metamórfico violento
", es decir, La Cosa pasa a la acción transformando la imitación del
humano (o de un animal) en una monstruosidad lovecraftniana de forma y tamaño
indeterminado, pero de bien seguro horripilante, asquerosa y altamente
agresiva.
Por todo ello, intentar acabar con La Cosa no es tarea fácil, ya que desmembrarla (¡ni se os ocurra! por Dios...¡es lo peor que podríais
hacer!), disparándole o acuchillándola no son métodos de exterminación nada
efectivos. Se desconoce si los gases
nocivos le afectan, pero sí sabemos que las temperaturas extremadamente frías
la dejan latente e inactiva y las extremadamente elevadas la matan bien
muerta. Así que si queremos acabar con
ella, el fuego es, como en la mayoría de casos, un buen aliado contra molestos
alienígenas. Pero aseguraos que la quemáis
toda entera, porque puede darse el caso que mientras está ardiendo el torso de
un humano copiado, la cabeza se separe del resto del cuerpo instigada por el
instinto de supervivencia...y si esa repugnante imagen no os hace vomitar la
cena del día anterior, esperaros a ver como del cráneo le surgen patas como las
de una araña y os comienza a perseguir (sí, ¡seguimos hablando en serio!).
Así que, ¡aseguraos que arda hasta la última maldita célula!
La Cosa procede del espacio, una expedición de la Antártida
encontró los restos de una nave extraterrestre que se había encastado en el
hielo hacía 100.000 años atrás y en las inmediaciones también encontraron el
cadáver de un tripulante alienígena congelado.
Los científicos extrajeron en un bloque de hielo el ser y lo llevaron a
la base, la descongelación del mismo liberó a La Cosa que con toda seguridad
había asimilado el desdichado alienígena y había permanecido durante todo ese
tiempo en estado latente. Es presumible
pensar que antes de que la nave estelar realizara un aterrizaje de emergencia
en La Tierra hubiera habido algún contratiempo de tipo fallo mecánico o a causa de la
acción de La Cosa. Quizás nuestro
"amigo" se originó en un laboratorio extraterrestre en un experimento
biológico de fin desconocido o contaminó a alguno de los tripulantes en algún
planeta para luego manifestarse en el viaje por las estrellas con funestas
consecuencias para los tripulantes y su nave.
¿Pero es inteligente? Parece ser que sí, aunque su
comportamiento es errático y no parece seguir ningún plan preestablecido, más
bien, se mueve por su naturaleza violenta y su instinto de supervivencia. Su especial hostilidad hace del todo
desaconsejable un acercamiento diplomático.
Cuando asimila a algún humano (o ser inteligente) parece conservar
ciertas habilidades del sujeto y recuerdos para pasar inadvertida, e incluso
defectos, como una afección cardíaca. En
ocasiones actúa como si se tratara de un animal depredador sin importarle ser
visto y otras lo hace ocultando sus intenciones llevándole a interaccionar como
un infiltrado entre las filas humanas, mintiendo y sembrando la desconfianza y
la confusión, incluso llevándola a realizar acciones de sabotaje.
Tampoco hay una pauta en su comportamiento cuando se hace
pasar por humano ya que puede imitar a la perfección la personalidad de la
víctima sin despertar sospecha alguna o tener un comportamiento extraño o
psicótico, como de desconectado de la realidad y por tanto levantar
sospechas. Podemos teorizar que su
naturaleza como individuo y a la vez colectivo le dificulta adaptarse a según
qué víctimas asimiladas, esto le supone en algunos casos una enorme desventaja
y puede culminar en una desestabilización orgánica masiva o desencadenante
metamórfico violento. En ambos casos La
Cosa no puede, o no desea, mantener el aspecto de aquello que imita y ataca a
discreción en un desenfreno de violencia brutal, transformando su organismo en
una amalgama de formas, todas ellas asquerosas y horrendas, pudiendo matar o
asimilar todos aquellos que pueda herir. Hemos visto que incluso puede reactivar los
motores de la nave espacial que le trajo a nuestro planeta 100.000 años después
de ser congelado y habiendo tomado la forma de varios humanos a posterior, con
lo que aunque parte de ese conocimiento ha quedado impreso en su código
genético, parece no poder retener el suficiente como para mantener procesos
complejos a largo plazo, como hacer que esa nave despegue y así huir.
Entonces ¿persigue algún objetivo? Aquí podemos compararlo con el objetivo, por
así decirlo, de un virus terrestre: multiplicarse y sobrevivir. La Cosa sabe que las temperaturas extremadamente
frías pueden devolverla a su estado inactivo por lo que intentará por todos los
medios alcanzar un lugar con una climatología más favorable y con mayor
población. No lo tendrá fácil por dos
motivos: los humanos somos duros de pelar y la inestabilidad de alguna de sus
imitaciones ha abortado alguna posibilidad real de huir de la Antártida.
Para finalizar diremos que La Cosa puede que sea el
alienígena que menos simpatía despierte en las filas del fándom, incluso para
aquellos que descorcharían el cava ante un apocalipsis, pero es de justicia
ponerla con todos los honores entre los personajes más temibles de la
ciencia-ficción de todos los tiempos.
Probablemente nunca tendrá un club de fans, ni probablemente a nadie se
le ocurrirá ir disfrazado de La Cosa a alguna convención, pero siempre la
recordaremos...con ferviente temor.