LOS PERSONAJES MÁS TEMIBLES DE LA CIENCIA-FICCIÓN: ÁNGELES LLOROSOS (DOCTOR WHO)

Según palabras del propio Doctor: " Un Ángel Lloroso es la forma de vida más mortal, poderosa y maléfica que ha producido la evolución" 
La definición del Time Lord ya basta para que esta especie esté en el listado de los seres más temibles de la ciencia-ficción y que de paso salgamos corriendo despavoridos ante la presencia de uno de estos seres.

En apariencia son simples estatuas angelicales de piedra de las que se encuentran en iglesias y cementerios, pero en realidad si te consideran un objetivo y apartas la mirada de ellas o simplemente parpadeas... se mueven y atacan. El peor escenario que nos podríamos encontrar es aquel en el que ante la presencia de estos diabólicos seres estemos a oscuras. Son extraordinariamente rápidos y temibles.

Los más débiles son considerados carroñeros, si te atrapan te envían con vida al pasado y "tan solo" se alimentan de la energía vital que ibas a vivir en tu época... pero los Ángeles Llorosos más poderosos, matan alimentándose de la energía de todo tu ser asimilando tu existencia en su interior (vivencias, recuerdos).

No existe forma de liberase de un Ángel Lloroso, si te atrapa, ni siquiera el Doctor puede liberarte. También pueden alimentarse y aumentar su poder con radiación de curvatura, electrones fraccionados y tormentas de gravedad. Su poder va más allá de su presencia física ya que todo lo que tiene la imagen de un Ángel es un Ángel, con lo que incluso una imagen gravada en vídeo puede ser una amenaza. Si un Ángel Lloroso va a por ti debes fijarte en él pero no debes parpadear, eso sí, sin mirarlo fijamente a los ojos ya que éste puede acceder a tu interior y poseerte.

Su vulnerabilidad es su propia maldición ya que ningún Ángel Lloroso puede mirar a otro de su especie por lo que aunque estén rodeados de sus iguales son seres que les envuelve la soledad.

Si consigues enfrentar la mirada de un Ángel con otro, ambos se convertirán en piedra para la eternidad...si no falla la iluminación que les envuelve, claro.

Así que cuando vuelvas a ver una estatua angelical, aléjate de ellas pero...no parpadees...no... p-a-r-p-a-d-e-e-s.